Mirando al otro lado
a la margen opuesta de la desesperación
y de la levedad
donde ponen sus motivaciones
sus motivos
sus movimientos
y sus esperanzas
en que ese otro lado sea
un poco mejor que este
conformes con menos peor
deteniendo en sus miradas
el dolor del presente
no pueden soltarlo
y observarlo alejarse
contemplarse a sí mismos
distintos que ahora
pero lo desean
con temor y con miedo
con el sentido de imposibilidad
tan latente en los cuerpos
serenos y contemplativos
silenciosos, arrepentidos
sosteniendo la mirada, o mejor
para no verse cayendo o
mintiendo o
sangrando o
fingiendo.
Escuchando menos que antes
aturdidos y confusos
agotados y desmembrados
ya no tienen corazón
chocando las copas
los cristales, los bálsamos
elixires que no exilian
la tristeza desde el fondo
que le hechan un poco de tierra
de arenas, de piedritas
la tapan pero no la ahuyentan
rehuyendo de los otros y de ellos
y de ustedes y del puente
que conecta todas las tristezas
la de los niños, la de las calles
la costanera y los aviones
la de los hombres y sus sombreros
los colegios, las plazas y los bulevares
las librerías y las avenidas de madrugada
los placares y las cajas
los recuerdos, los inventos
las soledades.
Agotando los recursos
los dejan vencer sin usarlos
se dan por vencidos
y sus brazos forman cruces
como las que cargaban
que tiran al río y se ahogan
para volver a tenerlas sobra las espaldas.
Así somos todos,
seguramente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario