26.7.10

no estoy lista para casarme

sé hacer tortilla de papas y mousse de chocolate. sé cocinar, me gusta y me sale rico. ahora, lo que sigue siendo un misterio para mi es el punto exacto en el que los huevos se convierten en huevos duros. siempre falta uno para el peso.

25.7.10

el logro del domingo

Acabo de sacar de la sartén una increíble tortilla de papas. El momento cúlmine, ese en que hay que darla vuelta, se superó con éxito. Ahora a festejar la culinariedad y después a intentar de hacer de este domingo un día mejor que el domingo pasado.

23.7.10

Caminando se llega, pedaleando se disfruta

Ese es el slogan de mi bicicletería amiga, con el bicicletero más lindo de buenos aires, sin lugar a dudas.
Va la tercera bici del año -y de la vida-. Es verde. Yo creo que ésta va a tener largo tiempo a mi lado y muchas historias montadas.

17.7.10

GAS

Desde que empezamos a prender la estufa, con la llegada de este frío polar, el olor a gas que hay en mi casa es insoportable. Todas las veces que alguien entra al departamento es el comentario obligado "uh, qué olor a gas". Y recién tuvimos este diálogo:

Malena: che, ya es peligroso esto del gas.
Padre: ¿Te parece?
Malena: Sí (pensé en todas las publicidades que vi de chica de muertes en la oscuridad de la noche por la inhalación de monóxido de carbono). Sí, me parece peligroso.
Padre: A mí no, siempre hubo este olor, es el olor natural de la estufa
Malena: No, no hubo siempre este olor.
Padre:... (me ignora, recurso muy utilizado en la familia)
Malena: Bueno, si mañana alguno de los tres amanece muerto, sepan que los quise mucho.
Padre y Laura, risas, porque gustamos del humor negro
Malena: y también sepan que yo quiero que me cremen
Padre: Uy sí, yo también quiero que me cremen. ¿Vos, Lau?
Laura: Sí, sí, yo también.

Otro acuerdo familiar, buenas noches, que en paz descansen.

12.7.10

Soy

Antes dormía con la persiana baja. La luz me era insoportable, la de la noche clara u oscura, la de la mañana inmensa y dormida. Me pregunto cuándo era antes, y cuándo dejó de ser antes para convertirse en este ahora. En la actualidad, la persiana está baja. Mi ventana no me muestra, indecente, la habitación de mis vecinos esta noche. Porque decidí bajarla, para dormir mejor, para intoxicarme mejor con los gases de la estufa que permanece prendida toda la noche para sacar el frío de adentro de mi cama. Se me ocurren mejores soluciones, pero el suicidio no es una aventura que desee ahora. Ahora. Deseo que los ojos se me acostumbren a la oscuridad, moverme como un gato centímetro a centímetro, cautelosa y arriesgada. Mirar sin ver y ver sin mirar, oyendo, gustando. Deseo pasar la puerta abierta, dejar atrás el verdor de la cocina, llegar al turquesa de mi habitación que encierra tantos libros y tan pocos secretos. Me convertí en una mujer sin secretos, casi. La transparencia que un día me invadió no me abandonará. Me divierto dentro de mi cabeza y lo expreso, la curiosidad de niña se me escapa, inevitablemente. Me contagio de la alegría de las cosas más sutiles y de las más comunes. Tengo planes, me divierto. Siento en profundidad y no me escondo: yo no soy un avestruz. Los dedos de mis pies están helados y no me gusta ni siquiera la idea de que me rocen los empeines, pero sin embargo sé que son mis dedos, de mis pies y me gusta que sean los míos y no los de otros porque en ellos, en toda su deformidad y su entereza estoy yo, ahí, adentro, por afuera. Los muevo si quiero, me muevo si quiero, me disfrazo, me desvisto y soy, siempre soy. Trato de prestar atención a lo que va sucediendo a mi alrededor y en mis adentros, mis múltiples adentros, llenos, conectados. La persiana me aísla también de lo de afuera, todo eso que sin ser yo, es yo. Cuando salgo a la calle a la mañana temprano y las veredas están recién baldeadas, soy. Cuando una baldosa suelta se interpone en mi camino, soy. Cuando el colectivo está llegando y lo corro, soy. Cuando consigo el asiento que deseo, de sólo desearlo, soy. Cuando canto una canción que suena en mis oídos, soy. Cuando doblo la punta de cada hoja de cada libro que me llama la atención, soy. Soy en cada detalle, en cada movimiento, en cada pensamiento pasado y paseador. Me pregunto cuándo era antes, si antes yo era tal como soy ahora. Concluyo que ahora soy porque antes fui. Siempre fui, siempre soy. Lo que me conforma es una capa más profunda de la cebolla en la que me convertí en el momento en el que dije que yo sería lo que quisiera ser, o no sería nada. Y ahora, con mi persiana así de baja, la poca luz ambiente, y estos dedos que no paran de escribir qué soy, soy.

11.7.10

no fue lo que se espera de una noche

Me preparé para salir, lo que se dice salir como hacía mucho que no pasaba. Fuimos a Groove, donde era el legendario Metrópolis: la bailanta de pacífico. Nada pacífica, por cierto. Ahora, tremendo edificio convertido en un boliche más. La entrada, 20 pesitos. Quizás como hoy se tiene la suerte de un supuesto 2x1, a 14. Revisan carteras, obvio. No me dejan entrar la botella de agua que me acabo de comprar. Todo mal, señores. Consumí adentro, me decían sin decirlo.
Fiesta onda vintage, con lo más predecible de la música ochentosa , que ni poniéndole muchas ganas, salvo que uno esté muy ebrio, como ya no sucede por estos pagos, se remonta. Pero la esperanza de la noche: tocan los twists, señores. Por lo menos nos íbamos a divertir un rato. Previo, lo buenísimo: unos payasos malabaristas de la hostia. Sale Pipo Cipolatti al escenario, hablando no con una papa en la boca sino más bien con setenta. Inentendible todo salvo tres o cuatro chistes que tiró, lo mejor del show ("me despido de los twists, están todos despedidos"). El sonido era pésimo, ellos eran pésimos todos. Quisieron sonar como Elvis pero no le llegan ni a las caderas. Patético, la verdad, ni ganas de bailar te daban. Claro que la barra tenía esos precios exorbitantes de 10 pesos la lata de quilmes, pero un fernet calmó la sed.
Lo pior de lo pior: fui al guardarropas a sacar mi campera de adentro de una mochila amiga ¡y me hicieron pagar de nuevo para dejarla! No hay nada que me dé más odio que los pelotudos que hacen esas bastardeadas como si les fueran a pagar más por hacerlas, por hacer que su empleador, que seguro los contrata en negro, gane más plata. ¡Pelotuda! La justificación: cumplo órdenes. Yo te ordenaría que empieces a usar tu cerebro. Mucha bronca: esto no es lo que una espera de su sábado. Como mínimo un poco de cachengue como la gente...

6.7.10

mayo - junio - julio

Estaba escribiendo sobre la llegada de julio y los ciclos cuatrimestrales de mi vida, cuando entró Julio por la puerta de la oficina, y bien desde temprano me empezó a torear. Me mandó un mensaje que nunca vi preguntando si había yerba en la oficina. Como no le contesté, compró. ¿Y qué compró? La única yerba del mercado que no me gusta: "la tranquera", que no sé si es porque el nombre me sugestiona, pero creo que tiene gusto a caballo. Entonces empezó con que a mí no me interesa el mate, cuando antes de que entrara él yo era la única que tomaba mate en este lugar. Y él me sacó mi papel de cebadora oficial, lo cual en realidad no me molesta porque ahora tomo mate sin hacerlo.
Y después de esta discusión llegamos a la conclusión de que alguien se tiene que llamar junio porque otro de los chicos se llama Mallo (de apellido) y el se llama Julio, así que nos falta el del medio, y yo me ofrecí. Hola, desde hoy me llamo Junio. Y pueden escuchar el soundtrack de "la joven vida de juno" que es muy bueno.

5.7.10

aprendí otra vez

Hoy es la segunda vez que me digo: aprovechar la situación es mucho mejor que no saber que hacer con ella, y mucho pero mucho mejor que hacerse el desentendido.
Saldré a escena con energía, vitalidad, alegría y ganas de evolución.

tantos libros que releer

Como canta Martín Buscaglia: "hay mil cosas, mensajes, mil cosas para hacer. tantos libros que releer, canciones para componer..." Todavía no me animé a lo de componer, pero acabo de releer una novelita de Abelardo Castillo, el escritor favorito de la casa, que se llama "La casa de ceniza" y que la recomiendo fervientemente. Es una historia de locura dentro de una casa fantasiosa, "que sólo un niño podría soñar, o entender" y que habla del miedo a la muerte frente a la juventud y la bellezas efímeras.

3.7.10

no soy tramposa en medio de mi jardín circular

ya no lamento no llamar a un amigo por su cumpleaños. lo recordé, el día fue pasando y nunca marqué los números. tampoco mandé un mail. y no lo lamento, no siento culpa ni ganas de hacerlo ahora. pasan más días y se pone chicloso, recuerdo que fue ayer, y ahora antes de ayer. y antes de ayer significará hace un mes o mil. no hay excusas porque no hay necesidad de ellas. el hecho es uno, sus causas múltiples, sus consecuencias nulas. es de esos hechos que en la historia de una amistad, una amistad pasada y de pasado, no marcan el rumbo. el camino es muy difuso, son personas que existen pero invisibilizadas por la cotidianidad que nos encuentra con otras personas, a las que empezamos acostumbrándonos y terminamos prefiriendo. compartir la vida del día a día forja otros vínculos que no implican la destrucción de los anteriores pero sí su necesario apaciguamiento, porque simplemente el tiempo no alcanza para tener un millón de amigos. la amistad se cultiva y si el jardín es demasiado grande, nos devora. la agenda es vasta pero las últimas llamadas se repiten. las voces y los abrazos provienen de un número reducido y privilegiado de compañeros de ruta. ya no creo que todo dependa de mí y me dejo ganar sin sentirme rendida. sin haberme rendido porque la pelea conmigo misma no la juego más. y no era un juego, cuánta ingenuidad, malenita. nunca son juegos porque esconden peligros que se agazapan y están listos para atacar el centro de equilibrio, la mente, el corazón. el corazón es tan tangible, la mente tan enorme. no me ataca hoy la culpa y eso me da tranquilidad. paciencia. amor. aceptación. y los que me rodean están acá, no hace falta tenerlos atados con una soga hacia mi mano. la soga la construye el amor y no es soga, es lazo. me enlazo y hasta me enriedo con ellos mientras ellos lo hacen conmigo y ahí me transformo en puente. y por qué no, en trampolín. lo que no soy: una trampa. tranquilos.

1.7.10

cuidado al mirarte

soy cristal y vibro
como cualquier cristal
parecido a mí misma
desaparezco pero desaparecerás
a través de mi
me descompongo y soy
la luz.
iluminada ahora desde abajo
el centro mismo del abismo
directo al infinito
directo al infinito
toda soy yo me reconozco
en todos los espejos
también cristálidas
transparente sin ser
fantasmas.
estoy viva.