6.5.06

Llegué a la esquina a la que tenía que llegar y cuando me iba a dar vuelta para deshacer mis pasos y volver a mi casa decidí seguir adelante. no fue el azhar lo que llevó a esta elección sino mi propia convicción de que necesitaba caminar. caminar como un medio para pensar y despejarme. caminar como camino cuando me bajo un par de paradas antes del colectivo para llegar despacito a mi hogar, para retrasar esa vuelta a lo cotidiano, a lo de todos los días, todas las horas, la rutina. hoy no quise volver al ciclo sin fin de los minutos que pasan leyendo o escuchando algo; no quise volver tan rápido y permití que mis pies me llevaran a donde quisieran. entonces doblé a la izquierda y en la esquina siguiente un poco más a la izquierda todavía y empecé a patear baldosas casi sin darme cuenta. mi mente ya había empezado, sin siquiera pedirme permiso, a pensar en lo que no debía, en lo quería olvidar. "me vuelvo loca" creí. pero no, la locura es otra cosa muy distinta y yo sabía que estaba diciendo boludeces. como sé también que escapar (o intentarlo) a los pensamientos no es posible y entonces mejor seguir su corriente y ver a dónde nos terminan llevando, en qué orilla extraña nos depositan desorientados. yo quería que mis pasos me llevaran a tu puerta. quería eso con el inconciente. pero claro, tu puerta ni siquiera tiene dirección, no sé de qué color está pintada, desconozco cómo suena su timbre. entonces no tenía sentido pretender llegar, como tantas otras cosas que no tienen sentido. en eso pensaba. en las cosas que no tienen sentido y que no tiene solución. en las situaciones en las que es mejor darle tiempo al tiempo y esperar. pero a su vez, en que esa espera desespera, adormece pero a la vez despierta y de hecho me deja insomne tantas noches. ¿por qué la necesidad de encontrarle sentido a todo? ¿qué es lo que cambiaría en mi si supiera por qué motivo pasa tal o cual cosa? ¿realmente cambiaría algo o sólo es un capricho saberlo? no poder controlar determinadas situaciones es lo que me angustia. que todo esté librado a cualquier cosa menos a mis sentimientos y/o mis deseos. entonces fue cuando vi que la aguja del reloj había girado 360 grados y que ya era demasiado tarde para caminar. pero me di cuenta también, que aunque dejara de caminar no podía dejar de pensar, y que no hay escapatoria.