3.7.10

no soy tramposa en medio de mi jardín circular

ya no lamento no llamar a un amigo por su cumpleaños. lo recordé, el día fue pasando y nunca marqué los números. tampoco mandé un mail. y no lo lamento, no siento culpa ni ganas de hacerlo ahora. pasan más días y se pone chicloso, recuerdo que fue ayer, y ahora antes de ayer. y antes de ayer significará hace un mes o mil. no hay excusas porque no hay necesidad de ellas. el hecho es uno, sus causas múltiples, sus consecuencias nulas. es de esos hechos que en la historia de una amistad, una amistad pasada y de pasado, no marcan el rumbo. el camino es muy difuso, son personas que existen pero invisibilizadas por la cotidianidad que nos encuentra con otras personas, a las que empezamos acostumbrándonos y terminamos prefiriendo. compartir la vida del día a día forja otros vínculos que no implican la destrucción de los anteriores pero sí su necesario apaciguamiento, porque simplemente el tiempo no alcanza para tener un millón de amigos. la amistad se cultiva y si el jardín es demasiado grande, nos devora. la agenda es vasta pero las últimas llamadas se repiten. las voces y los abrazos provienen de un número reducido y privilegiado de compañeros de ruta. ya no creo que todo dependa de mí y me dejo ganar sin sentirme rendida. sin haberme rendido porque la pelea conmigo misma no la juego más. y no era un juego, cuánta ingenuidad, malenita. nunca son juegos porque esconden peligros que se agazapan y están listos para atacar el centro de equilibrio, la mente, el corazón. el corazón es tan tangible, la mente tan enorme. no me ataca hoy la culpa y eso me da tranquilidad. paciencia. amor. aceptación. y los que me rodean están acá, no hace falta tenerlos atados con una soga hacia mi mano. la soga la construye el amor y no es soga, es lazo. me enlazo y hasta me enriedo con ellos mientras ellos lo hacen conmigo y ahí me transformo en puente. y por qué no, en trampolín. lo que no soy: una trampa. tranquilos.