tenía ganas de quedarme donde estaba, la estaba pasando bien. hablaba entre copas con mis amigos, hacía bastante no los veía, los chicos, siempre iguales, un poco más relajados, un poco que esta vez pasaba algo más: teníamos ganas de estar hablando más allá de la costumbre y del hecho de estar reunidos en una misma habitación. alargué mi retirada, tenía un compromiso, pero nada que me atrayera demasiado. era una fiesta de disfraces, que mis compañeros organizaban para juntar plata para la causa. una fiesta de disfraces a la que fui disfrazada de tanguera, cual malena-canta-eltango. me sentía sexy. quería que fuera el chico del ámbito que me gusta. llegué y era un bajón. poca, poquísima gente, la música se escuchaba muy mal y era una cumbia muy mala, poca gente disfrazada (las fiestas de disfraces son lo más pero la gente no copada las arruina), el chico que me gusta no estaba, había un clima de mala fiesta, muchas parejitas chapando por ahí, circunstancias de la noche, y pocas migas sueltas para picotear. encima yo estaba sedienta de fernet y cuando estoy así y medio copeteada me pinta el vandalismo e intenté robar en mi propia barra, lo cual derivó en una cagada a pedos fea, que me puso medio mal. lo único lindo de la noche fue ver a mi amigo de la primaria y a mi pequeña amiga maite. ella que es hermosa y siempre tiene una sonrisa. y fueron casi 3 horas de deambular por ahí, soportando chamullos insoportables, sin ganas de tomar nada que no fuera fernet pero sin un peso, con unos zapatos de taco que no soporté ni media hora. así que antes de las 6 me estaba volviendo a casa, en el 39. me pasé una parada pero no fue grave. en cuanto abrí la puerta del edificio, escuché el quilombo proveniente de mi departamento. claro, una fiesta de verdad. mi hermano cumplía 18 y festejaba en casa. ya a esa hora y después de la mala experiencia lo único que quería era tirarme a dormir con urgencia; así que ni siquiera atiné a subir, di media vuelta y me fui a lo de mi mamá a dormir ahí plácidamente. claro que no podía ser que todo terminara bien, el celular no paró de sonar, una amiga vino a dormir con lo que tuve que despertarme para abrirle, y mi hermano volvió a las 9 de la mañana con unos amigos haciendo mucho bardo también. el domingo, desastroso.
pero peor fue el lunes: ya en mi hogar, descubrí un vómito detrás de mi cama. odié la adolescencia.
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