11.2.08

crónica de una noche en buenos aires


Ayer fui con mis amigas a ver el espectáculo de Lice de Luxe. Buenísimo. Altamente recomendable. Es una compañía circense danesa integrada por dos hombres y la-mujer-más-linda-del-mundo, que más allá de las destrezas malabarísitcas (pelotas, sombreros, boleadoras) y equilibristas (ella parece que vuela y se va a sacar la cabeza conra el techo, se hamaca haciendo la vertical sobre la cabeza), hace un show muy actuado, con interacción con el público, gracioso, que no puede más que dejarte de excelente humor. Yo que me considero una fanática de este tipo de obras estoy muy contenta de que me sigan sorprendiendo, de que sigan siendo originales las cosas que veo y de salir con una sonrisa en la cara. Lo que sí, uno se queda con ganas de más: dura apenas una hora.
Acto seguido, acompañados a A a tomar su colectivo a Corrientes y Scalabrini Ortiz y pasamos por un corso. La murga de colegiales en plena retirada, lleno de gente en las calles, mucho color, mucha música y muchos niños y no tan niños tirando esa espuma asquerosa. No sé por qué, pero de las 5 que éramos a la única que atacaron fue a mí. Igual era lindo, no lo de la espuma, claro. Cuando A llegó a su parada, las demás decidimos caminar hasta mi casa, unas varias cuadras. Y nos perdimos. En realidad íbamos bien pero sin tener cuenta que a la altura de Corrientes y Juan B. Justo está el puente y había que pasar por lugares muy turbios. Vimos unas secuencias medio raras pero lo que nos asustó del todo fue que por la calle Darwin, que parecía muy linda hasta que llegás a un callejón, justo en frente de esa última esquina antes de las vías del tren hay un gran edificio vidriado desde donde miran monstruosamente animales de utilería. Y personas. Como si fueran viejos juguetes de calesita, un rinoceronte macabro chocaba su cuerno contra el ventanal. Miedo. Y encima en nuestro trayecto nos cruzamos con más muñecos diabólicos: un capitán de mirada desviada y cara de psicópata y un alpinista con un martillo, listo para cobrar vida y matarnos. Dado nuestro nivel de sugestión, porque vieron que esas cosas se retroalimentan a cada paso y uno empieza a ver cosas que no existen, apuramos el paso y nos encontramos con un problema en cuanto al camino, nos desviamos y cruzamos las vías de Córdoba y Juan B casi al trote. Finalmente llegamos a casa y la charla se extendió hasta altas horas de la madrugada, tuve fiebre, tomé un ibupirac y me fui a dormir. Y ahora acabo de elegir las materias y horarios a cursar en la facultad: creo que estoy emocionada y excitada al respecto. sí, MUY.

1 comentario:

pipi dijo...

ese lugar que contas de los muñecos y eso está a unas pocas cuadras de mi casa y, según tengo entendido, es de una productora de publicidades o algo así. siempre hay cosas muy extrañas.
debo decir, además, que yo vivo en córdoba y darwin, y ni loca cruzo el puente de noche, debo decir que fueron muy valientes! jaja