31.3.09

les poissons rouges

un gato negro sale de un agujero en la pared para sentarse en la vereda al sol y lamerse las axilas de gato negro que tiene. me clava los ojos, fijos y filosos en mis ojos, cansados y un tanto ciegos pero lo veo, perfectamente te veo gato gatito de la mala leche no te me crucés en el camino, quedate ahí mirando nomás. me mira y me olfatea a lo lejos, por ese sentido superdesarrollado que tienen los animales o superatrofiado que tenemos los humanos. me olfatea y lo sé: es por los peces. estos pececitos de colores (la mayoría son naranjas o dorados) que hay adentro mío. flotan y nadan a través de mis venas llenas de agua. son energía los pececitos y yo haciendo fuerza con la mente creí que podía hacer que salieran por mis dedos, pero me parece que no me dio resultado porque ni yo me creía que salían a nadar el aire ni él los sentía caer hacia su mano debajo de la mía. mis peces son los que llaman a la nariz del gato, al apetito del gato muerto de hambre que salió de un agujero. y quizás me quiera comer o tal vez no entienda qué significa esta humana con peces adentro, como si fuera una gran pecera transportable, una gran masa de agua cercada por la piel y cercada por los pensamientos sobre el gato, sobre los peces, sobre por qué estos peces no obedecen mis impulsos de salida, por qué peces adentro y no peces afuera, peces fluorescentes trasluciendo sus escamas por mis brazos que casi casi puedo verlos.

2 comentarios:

Xaj dijo...

Cuantas veces somos sòlo unos pececitos viendo còmo el gato se lima los dientes del otro lado del mostrador.

Saluditos.

Mauro Mariano Scarpati dijo...

Te extrañaba Amanda, y extrañaba tus textos cada vez más fluorescentes.