una eminencia, eminentemente enorme. como un escritor famoso, de esos que a uno le gustaría conocer su cara para ver el envase de tal mente.
en mi cocina hay frascos con mentes. más bien con cerebros, como en un cartel que vi por la calle. los compré en una morgue. me gusta creer que todavía son mentes, que siguen pensando y que creen que yo los salvé con mi formol. el olor es desagradable, sí, pero sentirme rodeado de pensamientos es hermoso. yo mismo dejo de pensar cuando los miro, y sólo siento. algún estremecimiento me recorre la espina y tengo un poco de frío aunque haga tanto calor.
siento veneración ante mí y mis múltiples mentes, como si realmente fueran mías, como si pensaran por mi. si al menos pudiera enterarme de lo que elucubran...
tal vez me odien.
voy a comprar unas bocas, así quizás puedan decírmelo.
y después, rellenaré los frascos con galletitas.
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