yo creo que la libertad reside en aceptar la naturaleza de cada uno y explotar al máximo ese potencial. no creo en los dones, creo que a todo se llega con esfuerzo (no confundir con forzar, por favor). digamos, puede ser que uno tenga más inclinaciones a ser más un buen pintor que un buen matemático, o mejor gimnasta que filósofo, pero para cualquier cosa que queramos hacer con algo de seriedad (y no por seriedad quiero decir falta de diversión, me parecen ambas cosas indispensables para ser feliz con lo que uno eligió como dedicación) hay que esforzarse, practicar, ensayar y sobre todo equivocarse. cuesta a veces ver el vaso medio lleno. cuando estamos mal no entendemos las razones de quienes nos dicen que todo pasa y que todo es un aprendizaje. si te cagaron, te va a servir para darte cuenta a tiempo la próxima vez (no es un méotdo infalible, ojo, somos seres humanos, caemos sin cesar por culpa de la misma piedra). o si fallaste, para tratar de no fallar de nuevo. cuando uno puede darse lugar a uno mismo, cuando aprendemos a escucharnos con un poco más de atención y dejar de hacer oídos sordos a nuestro interior, escuchando los gritos tan fuertes de todos los demás (no necesarjamente nuestros padres, la sociedad in abstracto se encarga muy bien de esto) que nos dice qué tenemos que hacer, cuál es el camino a seguir, que llama carreras a caminos que deberían ser transitados con toda la tranquilidad y la felicidad del mundo, que nos obligan obstinada y cruelmente a la competencia, al individualismo, a vivir a las apuradas, a no disfrutar de nada, a censurarnos, que en definitiva, nos lleva al fracaso espiritual. cuando somos capaces de prestarnos un poco más de atención a nosotros mismos, de darnos el tiempo de buscar e investigar en cualquier disciplina que nos guste o que nos tiente, es mucho más probable que podamos encontrar un poco de felicidad. como dijo Roberto Arlt: yo no tengo la recete para la felicidad, pero sí sé que siendo sincero con uno mismo es más probable que la encuentres.
gran año de aprender sobre mí misma, y mi filosofía de vida.
4.12.08
3.12.08
momentos del fin
Hace no mucho tuve la certeza de que el fin de este año ya llegaba: Íbamos caminando por Av. Santa Fe y vimos por primera vez las vidrieras adornadas con motivos navideños. Los mismos de siempre con supuestas renovaciones marketineras que alguien cree que atraerán más a los clientes. Y dijimos "fa, ya llegó navidad". Es que sí, cuando los negocios te lo imponen, y no sólo los negocios sino la misma ciudad con sus árboles navideños de metal, uno empieza a sentir el comienzo del fin.
Y ayer tuve la segunda revelación. Fiesta de fin de año del trabajo, fin de mi primer año de trabajo, es decir, primera fiesta a la que concurro. Yo lo pensaba más bien como un festejo, como una joda donde todos se emborrachaban y se brindaba por lo de siempre. Pero me encuentro con unas lucecitas de colores saliendo de una máquina (que quisera tener en mi cuarto) que dicen "les deseamos felices fiestas" y otras leyendas parecidas. Y me di cuenta que efectivamente estábamos festejando el fin de año venidero.
Siempre me resulta raro darme cuenta de estas cosas que entran más bien por el subconciente (no es que me crea iluminada ni nada, sólo me resulta extraño que todo funcione así, que todos funcionemos así). Creo que lo que me molesta es la obligatoriedad de festejar, de tener ganas de, de tener que estar feliz, y sobre todo de creer que son días distintos a los demás. Prefiero festejar cuando tengo realmente ganas de hacerlo, aunque no haya motivos especiales, y no cuando todos "debemos". .Por suerte voy a pasar las "fiestas" a muchos miles de kilómetros de acá.
Y ayer tuve la segunda revelación. Fiesta de fin de año del trabajo, fin de mi primer año de trabajo, es decir, primera fiesta a la que concurro. Yo lo pensaba más bien como un festejo, como una joda donde todos se emborrachaban y se brindaba por lo de siempre. Pero me encuentro con unas lucecitas de colores saliendo de una máquina (que quisera tener en mi cuarto) que dicen "les deseamos felices fiestas" y otras leyendas parecidas. Y me di cuenta que efectivamente estábamos festejando el fin de año venidero.
Siempre me resulta raro darme cuenta de estas cosas que entran más bien por el subconciente (no es que me crea iluminada ni nada, sólo me resulta extraño que todo funcione así, que todos funcionemos así). Creo que lo que me molesta es la obligatoriedad de festejar, de tener ganas de, de tener que estar feliz, y sobre todo de creer que son días distintos a los demás. Prefiero festejar cuando tengo realmente ganas de hacerlo, aunque no haya motivos especiales, y no cuando todos "debemos". .Por suerte voy a pasar las "fiestas" a muchos miles de kilómetros de acá.
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